miércoles, 20 de febrero de 2013

Ele ejercicio anula la influencia genética de la obesidad


El Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología de la Obesidad y la Nutrición ha realizado un estudio sobre obesidad. Destaca que la dieta mediterránea y el ejercicio anulan la predisposición genética ante esta enfermedad. 



Los investigadores consideraron que en el desarrollo de la obesidad influyen no sólo factores como la alimentación, el ejercicio o los aspectos socioculturales, sino también el perfil genético de cada individuo. Por ello, decidieron relacionar varios de esos condicionantes en una nueva línea de investigación para analizar si la dieta mediterránea y el ejercicio físico eran capaces de combatir la predisposición genética a la obesidad. Los resultados del estudio determinaron que dicha combinación no sólo combate, sino que anula la predisposición genética a padecer exceso de peso. 

Teniendo en cuenta que los genes intervienen en el centro del hambre, en la regulación del peso corporal, en la distribución del tejido graso y en el gasto energético, el estudio se centró en el análisis de los dos principales genes relacionados con la obesidad, el FTO y el MC4R. Mientras el FTO, también conocido como gen de la masa grasa, es el principal gen asociado con obesidad común en todas las poblaciones y uno de los principales responsables de la acumulación de grasa en humanos, el gen MC4R es el segundo gen en relevancia en los estudios de Genoma Completo asociados a la obesidad.

Para determinar si su vinculación con el peso corporal (tanto de manera individual como mediante el estudio de su efecto combinado) se podía modular a través de la dieta y el ejercicio físico, los investigadores trabajaron con una muestra de 7.052 participantes del estudio PREDIMED (Prevención con dieta mediterránea). Midieron la adherencia de estos sujetos a la dieta mediterránea y a la actividad física mediante cuestionarios y analizando la presencia de las variantes en ambos genes.

Tras analizar los resultados, la doctora Corella explicó que “observamos que, además de verificar los efectos del gen FTO que confiere predisposición a la obesidad, asociándose significativamente con un mayor índice de masa corporal (IMC), circunferencia de cintura y prevalencia de exceso de peso, el gen MC4R tenía efectos aditivos, de manera que las personas con presencia simultánea de ambas variantes genéticas presentaban mayor peso que si sólo tenían una de ellas. Sin embargo, estos efectos genéticos no son uniformes para todas las personas, sino que están modulados por el ejercicio físico y la dieta mediterránea”.

Según los investigadores, finalizado el estudio la conclusión es clara: La práctica de ejercicio físico y la alimentación es clave para compensar la mutación de los genes FTO y MC4R de manera que las personas que la padezcan no tienen porqué ser obesas, siempre y cuando practiquen deporte y tengan un alto grado de adherencia a la dieta mediterránea. “Un hallazgo que abre una puerta de  esperanza frente a la creencia de que contra la genética no se podía luchar”, añade Corella.

En caso de no hacerlo, estos mismos sujetos estarán expuestos a un mayor riesgo de padecer obesidad puesto que la variante en el gen FTO parece tener un papel destacado en la ingesta y en la elección de la comida, con especial preferencia por las dietas hipercalórica.

En estudios anteriores ya se ha demostrado que cada copia de una mutación en este gen se relaciona con un aumento medio de peso de 1,5 kilos. Y que las personas que tienen la variedad de más riesgo del gen tienen respuestas de saciedad mucho más débiles, es decir, menores posibilidades de que se inhiba su apetito después de comer.



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